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Piura, 23/08/2024

Desde 2008, el cuarto viernes de agosto se celebra el Día del Café Peruano, una fecha que resalta la relevancia de este grano en la vida de miles de agricultores y consumidores en el país. El café es una de las bebidas infaltables y que acompañan las mañanas de millones de personas en Perú y tiene un lugar especial en el corazón de sus habitantes.
 
A nivel mundial, se consumen cerca de 3 mil millones de tazas de café diarias, lo que coloca al café como uno de los productos más comercializados en el mundo, junto con la Coca-Cola. En el caso de Perú, según la Junta Nacional del Café (JNC), el consumo promedio de café por persona es de 1,4 kilos anuales. De esta cifra, 900 gramos corresponden al café producido localmente, mientras que los otros 500 gramos son importados. Este dato refleja la coexistencia de una producción local robusta junto con la competencia de granos extranjeros en el mercado nacional.
 
Historia del Café
 
El café es oriundo de África, llegó a las Américas junto con Cristóbal Colón en el siglo XV. Entre 1740 y 1760, este producto rico en compuestos antioxidantes, arribó a Guayaquil que en esos momentos pertenecía al Virreinato del Perú, para luego expandirse a Huánuco, Cusco y Jaén.
 
Variedades de café peruano
 
Debido a la diversidad de pisos ecológicos y microclimas, el suelo peruano es apto para la siembra de diversos tipos de café, produciendo algunas de las variedades de café más valoradas en el mundo por su  grano de alta calidad. Las regiones productoras de café en Perú se extienden desde Piura hasta Puno, pasando por zonas de gran fertilidad como Cajamarca, Chanchamayo, Cusco, Pasco, Huánuco, el VRAEM, Amazonas y San Martín.
 
Según información del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (MIDAGRI), nuestro país cuenta con más de 100 variedades. Dentro de las variedades más populares se encuentran la Típica, Misha, Bourbon, Caturra, Catimor y Pache, todas de tipo arábico, cultivadas bajo sombra y con métodos amigables con el medio ambiente.
 
  • Caturra: Se distingue por una dulzura particular y una acidez que despierta el paladar.
  • Típica: Considerada una de las variedades más tradicionales, su sabor es suave y agradable.
  • Catimor: Con un carácter más fuerte, es una opción robusta para los amantes del café intenso.
  • Geisha: De reputación internacional, esta variedad es valorada por su complejidad aromática.
  • Catuaí: Un café de cuerpo equilibrado y una acidez bien definida.
  • Misha: destaca por su fascinante proceso de elaboración y la exclusividad de esta bebida.
El café más caro del mundo
 
El café del Misha que se produce a partir de las heces del mishasho, en la selva central del Perú, específicamente en la provincia de Chanchamayo (Junín), puede alcanzar un precio de hasta 1400 dólares el kilo en el mercado internacional, que a pesar del inusual origen del grano tiene un sabor único, marcado por notas frutadas y complejidad aromática.
 
El proceso se inicia cuando el mishasho, un pequeño mamífero de tonalidades marrones y cola anillada, también conocido como misha o coatí, selecciona e ingiere los cerezos de café más maduros, para posteriormente defecarlos enteros, ya que su aparato digestivo no puede procesar el grano. Luego, los granos son recolectados, secados y tostados a una temperatura de 220 grados para eliminar cualquier residuo microbial. Este proceso da lugar a uno de los cafés más caros del mundo.
 
La alta demanda por este café se explica en parte por su baja producción. Cada animalito es capaz de producir entre cinco y ocho gramos de café por día, lo que limita la cantidad disponible en el mercado. Esto hace que cada taza de café del misha sea una experiencia exclusiva, con precios que pueden llegar a los 79 dólares en algunos mercados internacionales.
 
A pesar del elevado costo, el café del misha logró consolidarse como un producto de lujo en el extranjero. En el año 2018, este café peruano fue exportado a 54 destinos internacionales, con Europa como el principal mercado, seguido de Norteamérica.
 
Producción, demanda, impacto económico y social
 
La demanda internacional de cafés especiales sigue en aumento y continuará expandiéndose en los próximos años, esto debido al crecimiento de cafeterías y microtostadoras en los países desarrollados, presentando una oportunidad para los productores peruanos. Sin embargo, pese a la variedad y la calidad de nuestros productos, todavía falta un mejor posicionamiento y comercialización, mientras que en Brasil se consumen en promedio 5.12 kilogramos de café por persona y en Costa Rica, 4 kilogramos por persona, los peruanos solo consumimos 1.4 kilogramos por persona.
 
Igualmente, la producción de cafés de algunas regiones no es reconocida como “cafés especiales” debido a las dificultades en la certificación, falta de información sobre la demanda en los mercados internacionales y la débil organización de los productores, son factores que obstaculizan el desarrollo y la exportación de estos cafés de alta calidad.
 
En los últimos años, el café peruano ha tenido un gran impulso en el mercado nacional e internacional. Desde el año 1997, los cafés especiales peruanos comenzaron a ganar terreno en los mercados internacionales y en el año 2000 superaron los 130 mil quintales exportados, de los cuales el 60% correspondían a café orgánico, según la Junta Nacional del Café (JNC). Pese a la intensa competencia internacional, actualmente el Perú se ubica en el noveno lugar en la producción y exportación del café convencional.
 
El cultivo de café tiene varios propósitos, además de generar empleos directos e indirectos. Se calcula que cerca de dos millones de personas viven de este valioso grano, entre los cuales se encuentran agricultores, productores, transportistas, tostadores, catadores, baristas y dueños de cafeterías. Todos forman una valiosa cadena productiva que ayuda a los pequeños y medianos agricultores a generar ingresos y, de este modo, combatir el desempleo y reducción de la pobreza en las zonas más apartadas de San Martín, Junín, Cajamarca, Amazonas, Cusco, Pasco y Huánucoi.
 
La producción del grano también tiene una función social importante debido a que es una pieza fundamental en el combate contra la siembra de coca. La Comisión Nacional para el Desarrollo y Vida sin Drogas (DEVIDA) respalda a 267 organizaciones que se dedican al cultivo alternativo, de las cuales 88 son organizaciones cafetaleras con el apoyo económico de Estados Unidos, Alemania, Bélgica, Reino Unido y Japón.

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